Nos manda Lucía a las blogueras de Santo Adriano, que escribamos algo sobre la mujer asturiana. Así que yo escogí una a la que recuerdo frecuentemente,con una mezcla de cariño,pena y admiración: Mi abuela Carmen.
Era la madre de mi madre, ya murió hace más de diez años, con casi cien años "al llombu", la recuerdo pequeñína,y con la cara llena de arrugas,no le cabía una más,de tanto trabajar en la tierra a pleno sol en verano,y con frío en invierno.
Crió cuatro hijas,dos hijos y dos hijas, el hijo mayor lo tuvo escondído durante la guerra civil, dándole de comer a escondidas, la hija,hermana de mi madre, emigró a Argentina con su hijo en brazos,donde la esperaba el marido, que había marchado delante.(la agrupación familiar). Mi pobre abuela pasó el resto de sus días con la esperanza de volver a ver a su querida hija alguna vez,cosa que no sucedió,se murió sin poder verla,sin poder abrazarla nunca más...
Sólo desde que soy madre, comprendo aquel grito,cuando mi madre y yo la íbamos a ver a aquel remoto pueblo del occidente de Asturias, confundiéndome con su querida Vidalina.
